El cementerio de la avenida Máximo Gómez, donde han sido sepultadas miles de personas desde hace 73 años, se ha convertido en una peligrosa zona del Distrito Nacional, a causa de los continuos robos y atracos que cometen los vándalos que tras escalar las paredes del camposanto acechan y atacan a sus víctimas. La situación ha llegado tan lejos que muchas personas han abandonado virtualmente las tumbas y nichos de sus deudos, por temor a ser agredidas o asaltadas.
Durante los sepelios, los asistentes se mantienen agrupados, sin que nadie se separe del grupo por temor a una agresión de los delincuentes. Hasta hace poco centenares de personas de distintos sectores cercanos como Villa Juana, Villas Agrícolas, ensanche La Fe, Cristo Rey y el ensanche Kennedy, se ejercitaban caminando alrededor del cementerio pero esa práctica ha ido disminuyendo por la inseguridad.
Los robos y atracos continúan pese a los esfuerzos del coronel conocido como Palavé que comanda el destacamento de la Policía Nacional en Villa Juana, sector al que corresponde el camposanto construido en 1942 durante la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo Molina.
El administrador
Manuel Núñez, administrador del cementerio, dijo no tener conocimiento de los robos y atracos en la parte periférica, explicando que su responsabilidad está en la parte interna del lugar.
Núñez entiende que si alguien escala las paredes de noche y se esconde en el cementerio, es una acción que corresponde a otras autoridades solucionar.
Aseguró que desde hace mucho tiempo dentro del cementerio y en sus horas laborales normales, no ocurren hechos de esa naturaleza.
Dijo comprender las quejas de las personas que son asaltadas en las vías periféricas del recinto, pero insistió en que esas acciones escapan a su competencia.
Entre las personas asaltadas hay estudiantes de Villa Juana, Villas Agrícolas, ensanche La Fe, Cristo Rey y el ensanche Kennedy.
También hay obreros y empleados privados de otros sectores como Los Mina, Villa Duarte, Villa Mella, Sabana Perdida, Herrera, Los Alcarrizos, San Carlos, y Villa Consuelo, que trabajan en las diferentes empresas ubicadas en la avenida Máximo Gómez, Américo Lugo, Tunti Cáceres, y Peña Batlle.
Cómo operan
Los delincuentes que roban y asaltan en los alrededores del Cementerio Nacional de la avenida Máximo Gómez operan generalmente en grupos de cuatro y cinco, de noche y de madrugada.
Varios asaltados coinciden en que los asaltantes se introducen en el camposanto muy tarde en la noche y en las primeras horas de la madrugada, cuando saltan la verja perimetral y se esconden a esperar a sus posibles víctimas.
La verja que rodea el cementerio no alcanza los cuatro pies de altura en más de un 60 por ciento de su extensión, lo que facilita que pueda ser escalda sin dificultad.
Ya dentro del cementerio los vándalos se colocan cerca de cualquier tumba que le permita observar a quienes caminan o transitan por la avenida Máximo Gómez, y por las calles Américo Lugo, María Montez, y Pedro Livio Cedeño.
Si la persona que se acerca tiene el perfil de llevar dinero, teléfono celular de valor, prendas preciosas, una computadora o cualquier otro objeto, el asaltante salta con agilidad la verja y lo atraca.
Algunas víctimas de este estilo dijeron que les advierten casi siempre que se trata de un atraco, que no miren hacia atrás, que no le va a pasar nada y que podrán recuperar sus documentos dentro del camposanto. Y así generalmente ocurre.
Los conductores de motocicletas, vendedores ambulantes, y automovilistas son asaltados por jóvenes armados que se colocan en medio de la calle y le ordenan detenerse.
Las víctimas deben colocarse pegadas a la pared mientras otro de los delincuentes se apodera de la motocicleta o registra el vehículo, toma dinero y los objetos de valor y luego huyen.
Muchos no sólo roban y atracan, también atacan sexualmente a mujeres, profanan tumbas para vender las osamentas, y consumen drogas y alcohol.
Seguridad
Una de las causas que más favorecen los robos y asaltos en los alrededores de cementerio de la avenida Máximo Gómez es la falta de seguridad dentro del camposanto.
Manuel Núñez, administrador del cementerio, ha insistido desde que llegó, en que se requiere un mayor personal para el cuidado del recinto.
El responsable de la seguridad es un oficial de las Fuerzas Armadas que apenas cuenta con cuatro hombres, muy mal armado y sin ningún tipo de vehículo para cuidar los 43 mil metros cuadrados del cementerio.
En muchas ocasiones la Policía Nacional brinda apoyo al cabildo del Distrito Nacional, responsable del camposanto, pero con tanto trabajo los agentes del orden público no pueden ser destinados a cuidar el cementerio, cuando son necesarios para patrullar las calles.
En varias ocasiones el coronel de servicio en Villa Juana ha encabezado operativos dentro del camposanto contra la delincuencia.
“Palavé no juega con la delincuencia, ese hombre tiene la mano dura”, dijo Antonio Cuevas Florián, un albañil residente en Villa Juana.
Trabajadores
En el cementerio de la avenida Máximo Gómez, opera el Sindicato Unidos de Trabajadores, cuyo secretario general, Juan de Jesús García, sostiene que las autoridades deben disponer de un mayor número de miembros para la seguridad.
García dijo que el gremio agrupa a unos 90 albañiles y obreros de la construcción, fundado hace 26 años, también es afectado por las actividades de los delincuentes.
Manifestó que no sólo se trata de los robos y asaltos, sino, también de las profanaciones de tumbas y los sabotajes.
“Aquí hay de todo”, dijo García, quien reveló que mucha gente no da mantenimiento a las tumbas de sus deudos, porque temen ir al camposanto ante el peligro de ser a saltado.
Se sospecha que los asaltantes son de Villa Consuelo, Cristo Rey, La Zurza y el ensanche Capotillo, que roban y asaltan para cubrir sus adiciones a las drogas.
Hay quienes señalan que entre los delincuentes hay “piperos”, “pitrincheros” y otros excluidos sociales que roban para sostener sus vicios, pero que no son homicidas.
Hasta cuándo continuarán los asaltos en el cementerio, nadie lo sabe.
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